Retirada
El ejército
de los Orienses se imponía sobre los poderosos Eviles. Aquel pueblo al que nadie
se atrevía a enfrentar estaba siendo vencido, su gente asesinada, sus tierras
conquistadas, destrozadas…
Era el
día del ataque final, aquella devastadora invasión que por fin acabaría con los
Eviles. Muggins, el jefe orienense, ordenó una invasión violenta, y sin temor por
la muerte de sus soldados, avanzaron derribando a todo aquel que se interponía entre
ellos y la gloria.
-¡Alto!¡Nadie se mueva!- ordenó el general.
Todos se
detuvieron y bajaron sus armas. Muggins comenzó a mirar hacia una carpa en
llamas, la observaba con una extraña expresión en su rostro, siempre
manteniendo su postura. Ordenó que el fuego fuera apagado.
En el
interior de la carpa se encontraban una mujer y dos niños muy pequeños, quienes
fueron tomados como rehenes. Por esto, Muggins decidió dejar la invasión a
medias y regresar a su pueblo.
Los
soldados no podían comprender cómo un general que jamás había tenido piedad, había
ordenado una retirada tan extraña. Nadie se atrevió a preguntar.
En su
castillo, Muggins se dirigió hacia la celda en la que se encontraban la mujer y
los dos niños y sacó a los jóvenes de allí.
-Usted es
muy bella- le dijo a la mujer que lo miraba atónita- ¿Cuál es su nombre?
-Aneli-
respondió atemorizada
Los
soldados necesitaban noticias de su general. Era el momento de volver a Evil
para acabar lo comenzado e izar su bandera en aquellas tierras.
-¡Atención!-
se escuchó desde la torre más alta del castillo- ¡Hoy es el día! ¡Nadie
recordará jamás a los Eviles!¡Todos al ataque!
En un
abrir y cerrar de ojos, todos los orinenses se encontraban luchando,
destrozando todo lo que se hallaba en su camino. Llegó el momento de entrar al
castillo y tomar la corona del rey Evil.
-¡Alto! ¡Nadie
se mueva!
El
ejército obedeció. Cuando el general
ordenó la retirada, la invasión fue abandonada.
-Aneli,
no comprendo cómo una mujer como usted puede ser evilense.
El
general Muggins, aquel dueño de una carrera impecable, condecorado con todas
las medallas, con el mayor rango posible, quien jamás había tenido piedad y
siempre había encontrado la forma de cumplir cualquier misión, estaba
enamorado. No pudo con ese enemigo que lo te atacaba por dentro, le
nublaba el juicio y arruinaba la vida.
No podía
destruir la tierra de Aneli, aquella hermosa mujer a la que había tomado como
rehén, a quien nadie dio importancia excepto él, a quien todos creyeron muerta.
Las
semanas pasaron, nada se sabía del general, solo que pasaba todas las tardes
con Aneli, en aquella oscura celda al sur del castillo. Necesitaba de ella.
Los
soldados reclamaban la presencia de Muggins a la espera de órdenes. Jamás
apareció.
Los eviles
se recuperaron, formaron un fuerte ejército en tanto tiempo que se les había
dado, invadieron Orin y superaron sus murallas. Entraron al castillo por la
cabeza del general. No estaba allí.
Ramiro: No se tuvieron en cuenta la mayor parte de las correcciones y sugerencias realizadas a tu relato en la primera corrección. Si no se comprendieron las marcas, habría que haber preguntado en clase cuando hicimos la corrección conjunta. Volvé a mirar las correcciones y si no las entendiste, las vemos de nuevo. Corregir el texto como corresponde y avisarme cuando esté listo.
ResponderBorrarRamiro, aun no se publican las actividades de Geografía. Por favor no dejes de realizarlo. Tené en cuenta que las publicaciones en el blog forman parte de tu carpeta digital y que no cumplir con ello afecta tu calificación trimestral
ResponderBorrarCuando realices las publicaciones enviame un correo avisándome.
Saludos
Retirada
ResponderBorrarEl ejercito de los Orienses se imponía sobre los poderosos Eviles., aquel pueblo a quien nadie se atrevía a enfrentar estaba siendo vencido, su gente asesinada, sus tierras conquistadas, destrozados.
Era el día del ataque final, aquella devastadora invasión que por fin acabase con los Eviles. Muggins ordenó una invasión violenta, y sin temor a la muerte sus soldados avanzaron derribando a todo aquel que se interpusiera entre ellos y la gloria.
-¡Alto, nadie se mueva!- ordenó el general. Todos se detuvieron y bajaron sus armas. Muggins comenzó a mirar hacia una carpa en llamas, la observaba con una extraña expresión en su rostro, siempre manteniendo su postura. Ordeno que el fuego fuera apagado.
En el interior de la carpa se encontraban una mujer y dos niños muy pequeños, quienes fueron tomados como rehenes. Sucedido a ello Muggins decidió dejar la invasión a medias y regresar a su pueblo.
Los soldados no podían comprender como un general que jamás había tenido piedad ordeno una retirada tan extraña. Nadie se atrevió a preguntar.
En su castillo, Muggins se dirigió hacia la celda en la que se encontraban la mujer y los dos niños. Saco a los jóvenes de allí.
-Usted es muy bella- La mujer quedo atónita- cuál es su nombre?
-Aneli- respondió ella atemorizada
Los soldados necesitaban noticias de su General, era el momento de volver a Evil para acabar lo comenzado e izar su bandera en aquellas tierras.
-¡Atención!- se escucho desde la torre más alta del castillo- Hoy es el día, nadie recordara jamás a los Eviles, todos al ataque.
En un abrir y cerrar de ojos todos los Orinenses se encontraban luchando, destrozando todo lo que se hallaba en su camino. Llego el momento de entrar al castillo y tomar la corona del rey Evil.
-¡Alto, nadie se mueva!- obedecen. El general ordeno a sus tropas la retirada, abandonando la invasión.
-Aneli, no comprendo como una mujer como usted puede ser evilense.
El general Muggins, aquel dueño de una carrera impecable, condecorado con todas las medallas, con el mayor rango posible, quien jamás había tenido tuvo piedad y siempre había encontrado la forma de cumplir cualquier misión, estaba enamorado. No pudo con ese enemigo, quien te ataca por dentro, te nubla el juicio y arruina la vida. El amor.
No podía destruir la tierra de Aneli, aquella hermosa mujer que había tomado como rehén, que nadie le dio importancia excepto el, a quien todos creyeron muerta.
Las semanas pasaron, nada se sabia del general, solo que pasaba todas las tardes con Aneli, en aquella oscura celda al sur del castillo. Necesitaba de ella.
Los soldados reclamaban la Presencia de Muggins a la espera de órdenes. Jamás apareció.
Los Eviles se recuperaron, formaron un fuerte ejército en tanto tiempo que se les había dado, invadieron Orin y superaron sus murallas. Entraron al castillo por la cabeza del general. No estaba allí.
Muggins estaba en la celda hablando con Aneli. Con los Restos…de Aneli.
Ramiro Carnecky.
Ramiro: Te mando por mail la corrección...
ResponderBorrarMuy bien, Rami! Ahora sí!
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